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Jueves Santo

       Con la Eucaristía de esta tarde concluye la cuaresma y nos introduce en el Triduo Pascual, cuyo punto central es la noche de Pascua.

       La Iglesia hace memoria del paso del Señor liberando al pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto y Moisés establece las prescripciones necesarias para la cena pascual. Este día será memorable para vosotros (1 Lect.). Jesús pasa de este mundo al Padre habiendo amado a los suyos hasta el extremo (ev.). Pablo recuerda a los corintios la institución de la Eucaristía, la nueva Pascua cristiana.

       Con el Jueves Santo iniciamos el "Triduo Pascual”, en el que celebramos los tres momentos más decisivos de la vida de Cristo y que constituyen el centro de la fe cristiana: “murió, fue sepultado, resucitó”. Es decir, seguimos paso a paso los acontecimientos que vivió Jesús en su pasión, hasta contemplarlo crucificado en el calvario y depositado en la sepultura, para luego cantar en la Vigilia Pascual y en la mañana de pascua la alegría de su resurrección.

       En este día celebramos la antesala de la pasión y muerte Cristo, pues aunque inicialmente, ese día, Jesús se reunió para celebrar con los apóstoles la Cena Pascual Judía, por lo que ocurrió en el transcurso de la misma, aquella Última Cena, puede considerarse como el inicio de la pasión, si bien ésta comienza propiamente después de cenar con la oración en el Huerto de Getsemaní y el secuestro de Jesús por parte de las autoridades judías.

       La celebración del Jueves Santo hace memoria solemne de dos gestos de Jesús en aquella Última Cena: uno, el lavatorio de los pies a los discípulos y, el otro, la institución de la Eucaristía. Ambos gestos, unidos a las palabras de Jesús que nos transmiten los evangelios y que explican el profundo sentido de los mismos, son —al mismo tiempo— el testamento y la herencia que Jesús ha dejado para siempre a la humanidad. Un testamento firmado con su sangre derramada en la cruz y autentificado con su resurrección de entre los muertos.

       Aquel primer Jueves Santo de la historia, la víspera de su muerte, antes de ser entregado, Jesús se entrega como alimento en el pan y en el vino consagrados por El mismo. Sin embargo, en esa Cena, el Señor Jesús, no hace una cosa meramente simbólica sino que celebra su propia muerte: lo que hizo, lo hizo como anuncio profético y ofrecimiento anticipado y real de su muerte antes de su Pasión. Por eso, como recuerda San Pablo, "cuando comemos de ese pan y bebemos de esa copa, proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva" (1 Cor 11, 26). Porque, aquella memorable noche, la entrega de Cristo en la cruz, anticipadamente, se hizo sacramento permanente en el pan y en el vino que El dio a sus discípulos diciéndoles: “tomad y comed, esto en mi Cuerpo”, “tomad y bebed, esta es mi Sangre”, quedando así instituida para siempre la Eucaristía que el mismo mandó repetir: “Haced esto en memoria mía”. Pero no como un mero rito, sino en su significado profundo de entregar la vida por los demás como el lo hizo.

       Los que creemos en Jesucristo hoy celebramos la alegría de saber que esa muerte del Señor, que no terminó en el fracaso sino en el éxito de la resurrección, tuvo un por qué y un para qué: fue una "entrega", un "darse", fue "por algo" o, mejor dicho, fue "por alguien" y nada menos que por "nosotros y por nuestra salvación", como decimos en el Credo. "Nadie me quita la vida, —había dicho Jesús— sino que Yo la entrego libremente. Yo tengo poder para entregarla" y, como dijo en la Última Cena, hoy, por boca del sacerdote que en su nombre preside la Misa de este Jueves Santo, en el momento de la consagración del vino, nos dice que fue “para el perdón de los pecados".

       Y es gracias a esa entrega, a ese ser liberados del pecado, que nosotros podemos amar como El nos ama: “Él nos ha amado primero y sigue amándonos primero; por eso, nosotros podemos corresponder también con el amor. Dios no nos impone un sentimiento que no podamos suscitar en nosotros mismos. Él nos ama y nos hace ver y experimentar su amor, y de este «antes» de Dios puede nacer también en nosotros el amor como respuesta” (Dios es amor, n. 17).

       Es posible amarnos unos a otros porque El nos ha amado primero y porque nos ha dejado la fuente de ese amor en el Sacramento de la Eucaristía: “tomad y comed… tomad y bebed”...  Esto es lo que hoy, Jueves Santo, celebramos. “Acercaos hermanos todos, que es Dios mismo quien invita”.

 

LECTURAS:

- Éx 12, 1-8. 11-14. Prescripciones sobre la cena pascual.

- Sal 115. R. El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo.

- 1 Cor 11, 23-26. Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor.

- Jn 13, 1-15. Los amó hasta el extremo.

SUGERENCIAS PARA LOS CANTOS

Entrada: Nosotros hemos de gloriarnos (CLN 163/ MD 342); Antes de ser llevado a la muerte (CLN O 32 / MD 185); Reunidos en el nombre del Señor (CLN A 9).

Gloria: Mientras se canta éste himno, de acuerdo con las costumbres locales, se hacen sonar las campanas y también se puede tocar el órgano y otros instrumentos para sostener el canto. Pero, terminado el <<gloria>> y hasta la Vigilia pascual, es antigua costumbre prescindir totalmente del órgano e instrumentos. El organista dejaba el órgano y se unía a los cantores. (217 Directorio litúrgico-pastoral)

Salmo responsorial: “El cáliz que bendecimos” Libro del salmista (Pág.110-111); (CLN D 36 / MD 133).

Antes del Evangelio: Os doy un mandato nuevo (Libro del salmista Pág.111); CLN 164 / MD 350 (Sin estrofas)

Lavatorio de los pies: Ubi caritas (CLN O 26/ Taizé); Donde hay caridad y amor (CLN O26 / MD 179); Donde hay verdadero amor (MD 191).

Presentación de las ofrendas: Os doy un mandato nuevo (CLN 164, 152 / MD 70 / 350) (Con estrofas) Durante la procesión de ofrendas con dones para los pobres, si se hace, se canta el Ubi caritas est vera u otro canto apto. (217 Directorio litúrgico-pastoral).

Comunión: Acerquémonos todos al altar (CLN O 24 / MD 170; La cena del Señor (CLN O 18 / MD 176); Comiendo del mismo pan (CLN O 27; MD 180).

Traslado del Santísimo Sacramento: Que la lengua humana (CLN O 15, O 33/ MD 164); Pange lingua (CLN O 2).

Al llevar el Santísimo al lugar de la reserva se canta el himno Pange Lingua u otro canto eucarístico, terminando con el Tantum Ergo mientras se inciensa al Santísimo. (217 Directorio litúrgico-pastoral).

Otros cantos:

Cantemos al Amor de los amores (Busca de S.)

Como brotes de olivo (Deiss)Fiesta del banquete (Cristo vive. Ed. paulinas) (erdozain)

Gracias, Señor (Pan de vida. Pax) (A. Bravo)

Mandatum novum (gregoriano)

Nosotros hemos de gloriarnos (Sem. Vitoria) (Aramburu)

Un solo Señor (Deiss)

Viviré para cantar (Sem. Vitoria) (Aramburu)

 

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